Un mar de sonidos hermosos y envolventes: Entrevista a Rodolfo Saglimbeni, Director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile (OSNCH)

Escrito y publicado en www.uchile.cl

Un trabajador del campo que emigró de Italia a Venezuela inculca el amor por la música a sus hijos desde muy pequeños, tres niños de la ciudad de Barquisimeto que prefieren correr detrás de una pelota por sobre el estudio del acordeón. Hasta que una orquesta que visita la ciudad, cuando estos niños son adolescentes, transforma para siempre el destino de ellos: tres hermanos y reconocidos músicos internacionales que estudian, trabajan y que hoy hacen de la música su profesión y pasión.

Pareciera ser que los acontecimientos de la vida de Rodolfo Saglimbeni, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, se despliegan de la misma manera que el hermoso compás y ritmo de los sonidos envolventes de un concierto de música clásica. En este acto de su vida, el director -de reconocida trayectoria internacional- acaba de ser reelecto al mando de la Sinfónica de Chile y fueron los propios músicos quienes lo eligieron en asamblea de manera casi unánime para dirigir la organización por tres años más.

«En estos momentos es algo que agradezco mucho más, pues estoy al frente de una de las orquestas, no solamente más importantes de Santiago o de Chile o de la región, es una de las orquestas más importantes de toda América. Para mí que ellos me hayan elegido como guía en un segundo período es un logro. Me siento muy feliz«, afirma.

Un mar de sonidos hermosos y envolventes

Consultado por el trabajo que implica liderar una orquesta sinfónica comenta: «Somos un conglomerado de 130 personas. De los cuales 100 somos músicos y otros 30 trabajan en la parte de promoción y administración. Esto significa que cada uno de nosotros demuestra mucha organización, además disciplina y puntualidad. Esto sin dejar de lado otro factor muy importante: nuestra sensibilidad. Somos artistas. Cada nota que producimos en conjunto con los otros músicos, es algo que necesita mucha integración«.

¿Cuál es el rol que ocupa la música clásica en este contexto cultural?

«Tengo profundas convicciones respecto a la música que interpretamos (…) Se ha vendido por muchos años como una música de especialista. A mí no me gusta para nada que le llamen «Música docta», que la hace parecer como una música que está hecha para la gente que ‘entiende’ y cuyo público es ‘especialista’», agrega.

«La buena noticia es que todo esto es una falacia que inventó la sociedad en referencia a lo que nosotros hacemos. Es obviamente una música que tiene un alto grado de elaboración, pero es música que apasiona al espectador. Como te conté, mi padre no fue un hombre docto, fue un hombre del campo, que viajó a Venezuela y que de alguna manera echó para adelante. Pero el amor a esta música «docta» llegó a su vida por escucharla y apreciar el trabajo de 50, 60, 80 músicos interpretando una música de sonido envolvente que apasiona y que tiene una gran potencia e incluso un mensaje político.

¿Un mensaje político?

«Por ejemplo, la quinta sinfonía de Beethoven tiene un mensaje muy potente, de democracia, pues está compuesto por un hombre forjador de justicia. Nosotros a través de nuestra orquesta tratamos de tratar de hacerle ver a la gente -porque nuestros conciertos son comentados- de lo que se trata esta música. Es una música que emociona y que está hecha por humanos que tienen profundas convicciones sociales artísticas muy importantes. De la misma manera en que Chile tienen grandes músicos, que hace 30 o 40 años traspasaron a sus creaciones sus convicciones sociales, lo mismo pasaba con los compositores clásicos».

Por otra parte, agrega que «si bien es una música elaborada, es una música que bien guiada puede agradar a la gente y las personas le pueden dar su valor. Nosotros como Orquesta tratamos de romper el estigma de ‘música docta’.  Por ejemplo, a mí me gustan los boleros, y como Orquesta podemos programar un concierto de este tipo de música. Es más, tenemos una excelente agrupación compuesta por tres músicos de la orquesta llamada «La Flor del Recuerdo«. Somos músicos que amamos la música de Beethoven, pero también los boleros y la música popular. Nos interesa que la música esté bien hecha, pero nos alejamos de las etiquetas«.

Asimismo, defiende la potencia y el efecto del arte, en especial la música en la experiencia humana: «La sensación de permitir que esa ola de sonidos hermosos interpretados por una orquesta te envuelva es una sensación fantástica. Uno como persona no es igual después de esa experiencia«, indica.

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