Cierra los ojos y haz la siguiente pregunta: ¿Qué ciclo estoy navegando? Luego, escucha. Siente el ruido de la lluvia, las voces de la televisión, la moto pasando por afuera de tu ventana.
Respira profundo y pregunta otra vez: ¿Qué ciclo estoy atravesando?¿Qué ciclo estoy cerrando y qué ciclo estoy abriendo?
Pregúntale a la montaña, al río, a la piedra y la vertiente.
Con el Sol en Cáncer y el solsticio de invierno, estamos en un proceso de apertura y cierre de ciclos.
Los humanos somos parte de la naturaleza y por lo tanto somos cíclicos. Esto quiere decir que nada empieza ni termina nunca, que nunca nos separamos de nuestro pasado ni de nuestro futuro. Estamos constantemente nadando en corrientes sutiles propias y colectivas.
Con el solsticio de invierno, en estos días, (de máxima oscuridad) en el hemisferio sur podemos percibir nuestras corrientes internas de manera más concreta.
Nada es tan concreto, todo es más sutil y húmedo como las olas del mar.
Con todo, este solsticio de invierno es una invitación a conectar con nuestros propios ciclos vitales. Es decir, podemos estar floreciendo y allá afuera puede ser invierno.
Puede ser invierno en nuestro interior y mis cercanos pueden estar primavera.
No es malo ni bueno, el Ascendente en Tauro de este solsticio de invierno nos invitar a valorar y honrar nuestros ciclos vitales: Los internos, los del cuerpo, los de la naturaleza. Es parte de la sabiduría que estamos recuperando. Ir más despacio y dar vida. Valorar lo lento, lo húmedo, lo sutil, nuestros sentimientos y corrientes y ciclos internos nos entregará sentido, vida, energía y propósito.
Hojas de Parra 