La montaña y el bosque, ¿tienen derechos?: Expertos analizan cómo la constitución debería concebir el medioambiente

Yo no sé lo que dicen los cuadros ni los libros, pero sé lo que dicen todos los ríos”, escribió el Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda para referirse a la indisoluble relación entre naturaleza y ser humano. El sentimiento que Neruda quiso plasmar en sus poemas, es también una idea que puede ser integrada en nuestra nueva carta magna. Este cambio de paradigma puede transformar la manera en que como sociedad chilena nos relacionamos con la naturaleza.

De antropocentrismo a ecocentrismo


La primera implicancia de considerar a la naturaleza como sujeto de derecho es un cambio de paradigma. En este nuevo orden, los humanos somos parte de un sistema. “Debemos pasar de una forma antropocéntrica hacia una ecocéntrica, en la que se entiende el valor intrínseco de la naturaleza en su totalidad y que coexistimos con ella”, explica Álvaro Promis, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile. Según el académico, este cambio de mirada tiene como consecuencia nuevos límites en que la sociedad y especialmente la economía operen.

“Un ejemplo específico puede ser la transformación o el cambio en el uso del suelo”, explica Promis. “Actualmente, la existencia de un bosque esclerófilo y matorral xerofítico característico de la zona central no es un impedimento para que el propietario realice una transformación a una plantación de paltos y cítricos”, explica el académico. Ante esto, el profesor Promis advierte que si consideramos a la naturaleza como sujeto de derecho y mantenemos -por ejemplo- el bosque en vez de realizar monocultivos, podemos generar muchos más servicios para el bienestar de la sociedad, que si optamos por el cambio de uso de suelo.

“Podemos beneficiarnos de abastecimiento de agua, disminución de erosión, mantención de biodiversidad, belleza escénica, captura de carbono, ciclado de nutrientes, mantención del microclima, entre otros. El bosque se puede utilizar, pero permitiendo la mantención de sus funciones y procesos”, sostiene.

Mayor eficacia para defender la naturaleza

En el ámbito jurídico, específicamente en la defensa del medioambiente, considerar a la naturaleza como sujeto de derecho puede traer más eficacia a la hora de proteger flora, fauna y ecosistemas. Así lo sostiene, Liliana Galdámez, académica de la Facultad de Derecho y quien está participando en la Red de Constitucionalismo Ecológico. «Para abordar lo ambiental, necesitamos crear más conocimiento interdisciplinario. El derecho ha ido en una dirección y las otras ciencias como las ciencias forestales, la ecología, la biología -entre otros- han profundizado en otros ámbitos, pero no se ha producido una convergencia sistemática de estos conocimientos”, sostiene la profesora Galdámez.

La académica, añade que considerar a la naturaleza como sujeto de derecho en una nueva constitución no asegura, de ninguna manera, que el desafío de agotamiento ambiental se solucione. “Consagrar la naturaleza como sujeto de derecho en la nueva constitución, es un paso, pero no es el único. Necesitamos más normas y avanzar en crear otros organismos y fórmulas jurídicas pues lo ambiental, como la misma naturaleza, requiere un tratamiento y una defensa sistémica”, explica.

Consultada por las implicancias prácticas de considerar a la naturaleza como sujeto de derecho en una nueva carta fundamental, la académica delinea varias consecuencias positivas. “Las comunidades se podrán empoderar más en la defensa del medioambiente y sus territorios. También la litigación de casos medios ambientales podrán ampliarse. Por ejemplo, si vivo en Santiago, podría litigar casos en el extremo norte o sur aunque no me afecte en términos inmediatos a mí», explica Galdamez. Una tercera implicancia destacada por la académica es la valoración simbólica de la naturaleza al reconocer su titularidad de derecho. “Es darse cuenta que la naturaleza y los seres humanos tenemos una relación indisoluble”, sostuvo.

«Como profesional, espero que la constitución consagre el deber del Estado de asegurar un legado vital natural que implica proteger, conservar y restaurar la naturaleza donde se ha visto afectada, convirtiéndola en un patrimonio de las futuras generaciones y un deber para los que estamos hoy en día habitando este planeta», sentencia.

Nueva constitución y medioambiente: Más preguntas que respuestas

Consultado por las implicancias de considerar a la naturaleza como sujeto de derecho en la nueva constitución, el Doctor Javier Simonetti Zambelli, académico del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias, da un giro en la discusión y afirma: “Todos tenemos algo que decir sobre el medio ambiente en la constitución. El Programa Transdisciplinario en Medio Ambiente de la U. de Chile ha comenzado un trabajo para analizar si los distintos actores sociales conciben lo mismo sobre el medio ambiente”.

Sin embargo, plantea que en esta discusión hay una pregunta anterior: «¿Qué derechos debiera tener la naturaleza? ¿Todos los elementos de la naturaleza tendrán los mismos derechos?». Al respecto, el profesor Simonetti destaca que «ha llegado el momento de preguntarnos cuál será la relación con la Naturaleza y las formas de protegerla, lo que implica determinar la forma de desarrollo de nuestro país. Sin duda debería consagrarse un modelo sustentable de desarrollo, lo que implicaría modos de interacción diferentes con la naturaleza y sus componentes. Este es el momento de analizarlo entre todas y todos”.

Según el académico, nuestro país está en un momento único para debatir qué derechos debería y ha de tener la naturaleza y las especies que la conforman. Esto con la finalidad de también ir construyendo un engranaje entre los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. “Sólo entonces podremos estimar las consecuencias que esto tendría”, afirma.

“Cualquiera sea la aproximación que tomemos, va a tener consecuencias. No solo para la naturaleza sino que también para las futuras generaciones de chilenos y chilenas. Es un momento de pensar el país e integrar diferentes miradas, actores y elementos. Estamos ante una oportunidad única de definir de qué manera nos ordenaremos como sociedad en los próximos 40 o 50 años, incluyendo nuestra relación con la Naturaleza, de la cual dependemos”, indica. Ante este complejo debate, «por la tradición e influencia que tiene nuestra universidad para el desarrollo del país, tiene la obligación de encabezar y guiar ese debate».

Escrito y publicado para www.uchile.cl

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